lunes, 19 de marzo de 2012

OBRA SALVADOREÑA

EL SEÑOR DE LA BURBUJA
Salarrué. (1956)



El Encuentro

Fue en una vuelta del camino (cualquier camino) que me habló.
Había allí una sombra y ambos nos detuvimos y nos hablamos.
Al principio temí no sé qué de este hombre raro.
El camino estaba solo y silencioso.
Y el sol crudo hacía brotar la flor de la sed.
Yo era el más joven, el más fuerte, pero ante la
mirada verde de aquel viejo temblé de pies a cabeza
y humillado le escuché.
Venía de muy lejos; iba, no sabía dónde; estaba a
solas conmigo y era preciso que yo le escuchara.
¿Quién era este loco? ¿Qué pretendía?
Me habló como si hablara con el mundo.
Rugió, gritó, rió bárbaramente y por último estaba llorando.
Supe su historia: es ésta.
Supe su credo: es ése.
Habló de su más grande amor: era Aquél...
       y hablando se agigantaba.
Era su boca un venero de amor y de belleza.
Y se olvidaba de mí.
Empezó hablando conmigo y acabó hablando con Dios.
Pero yo recogía las letanías de su éxtasis en el corazón.
Harás de tu alma una flor y tuyo será el Reino.
El gran jardinero caviloso sembró en su barro proficuo de carne la simiente divina.
Bajo su invernadero azul, plantas fueron las almas.





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